El 1 de mayo y la clase obrera argentina

La historia obrera argentina registra dos momentos fundamentales: un ciclo de movilizaciones violentas y represión oficial hasta la década de 1920 y una dirigencia reformista y conciliadora durante la industrialización posterior a la Depresión Financiera, especialmente durante los dos primeros gobiernos de Perón. Significaron también dos momentos distintos en la forma de celebración del Día Universal de los Trabajadores

En la Argentina
La Argentina en la época de la tragedia de Chicago, comenzaba un profundo proceso de transformación. La economía nacional se integraba al mercado internacional como proveedora de productos agrícolas, especialmente trigo y carnes. Nuestra economía dejaba de ser tradicional y doméstica y comenzaba a modernizarse en ese nuevo orden. Fue necesario fomentar la inmigración europea, promovida ya desde tres décadas antes, para cubrir la escasez de mano de obra. Por ello llegaron al país unas 6 millones de personas entre 1880 y 1914. (En el Primer Censo Nacional de 1869, Argentina no llegaba a los 2.000.000 de habitantes). Muchos de los recién llegados eran dirigentes anarquistas, contagiados de las luchas sindicales violentas de la vieja Europa. Esas actitudes se trasladaron a la Argentina de principios del siglo XX junto con las masas de inmigrantes. La primera federación obrera argentina, la FORA, anarco-sindicalista, se fundó en 1901, y la UGT (Unión General de Trabajadores), de extracción socialista, al año siguiente. Cientos de huelgas violentas se repitieron a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX, que contribuyeron a la caída del régimen conservador de la Generación del Ochenta y amenazaron también el orden social e institucional del primer gobierno de Hipólito Yrigoyen. Si bien al principio de su gobierno, Yrigoyen intentó conciliar los intereses de los obreros con una política laboral favorable, con el tiempo no tuvo más remedio que repeler las movilizaciones con represión, como la tristemente célebre Semana Trágica de 1919 verdadera batalla campal en pleno centro de Buenos Aires o la Patagonia Trágica de 1922, donde obreros rurales anarquistas fueron violentamente reprimidos en los campos laneros del sur.

Actualmente el 1º de Mayo contempla dos actitudes para el sector obrero argentino: nostalgia y reclamos

A partir de allí, el movimiento obrero argentino dejó su actitud revolucionaria, violenta y comenzó a transigir y adoptar una postura mas reformista que radical. Así consiguió algunas mejoras parciales a lo largo de la difícil década de 1930, cuando la economía argentina, como consecuencia de la Depresión Financiera Internacional de 1929/1930 había colapsado debilitándose en gran forma su rol de mercado proveedor de carnes y trigo a las principales potencias europeas. El sector social mas perjudicado de esta crisis siguió siendo la clase obrera que debió acompañar la profunda transformación de la economía argentina que pasó de ser agroexportadora a suplir sus necesidades con una incipiente vía de industrialización.
La política laboral llevada a cabo por Juan Domingo Perón entre 1943 y 1955 significó un drástico cambio en la situación de la clase obrera. En estos tiempos la actitud reformista y conciliadora de los principales dirigentes sindicales se afianzó con un gobierno que tuvo como principal propósito el mejoramiento de vida de los trabajadores y la implementación de medidas sociales como vacaciones pagas, políticas de vivienda, salud y educación, pago del aguinaldo, etcétera.
En ese contexto, el significado del 1º de mayo en la Argentina se transformó radicalmente. El carácter combativo de esta jornada mundial, aclamada por el anarquismo y el socialismo a principios del siglo XX, se convertía con el peronismo en una fiesta obrera donde los trabajadores agradecían la “dignidad” dada por Perón a través de la justicia social.
La destrucción de la industria nacional iniciada en los ‘60 en nuestro país desarticuló también al movimiento obrero que, altamente combativo a fines de esa década, sufrió en los regímenes militares persecuciones, desaparición de líderes y un debilitamiento de sus principales estructuras.
Actualmente el 1º de Mayo contempla dos actitudes para el sector obrero argentino. Muchos recuerdan con nostalgia los “años dorados” del peronismo de Perón, donde el trabajo dignificaba a las personas y añoran el retorno a aquella época. Otros han retomado el sentido inicial del 1º de Mayo reclamando mejoras al sector a través de manifestaciones masivas que, en general, están lejos de aquella violencia de los dos primeros decenios del siglo XX.

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